sábado, 22 de diciembre de 2012

HISTORIA DE UN ENCUENTRO



Historia de un encuentro



A- El paisaje era frondoso, lleno de altas matas y árboles dando al lugar un hermoso paisaje para la vista de los visitantes. Al fondo se observaba el caminar de río Amazona, envuelto en grandes saltos, arrastrando todo lo que encontraba a su paso, solo contemplarlo, se me ponía los pelos de punta, temiendo caer en sus garras.

J- Mientras el sonido de tambores acarrean las aves que circulan el cielo buscando las señales de lo que cantan.

A- Me encontraba en un país muy lejano de mi destino, pero a pesar de todo, parecía que era mi casa, sentía su humedad en mi cuerpo, su aire me era familiar y los pájaros me saludaban como si de toda la vida me conociesen. 

J- No pude más que sonreír y respirar profundamente, era tan feliz.
Como crecen ahora bailando, con el sonido de las cañas, las emociones ya no quedan atrapadas, se hipnotizan con los tambores...

A- Así me sentía yo, atrapado por las emociones, por los sonidos de los tambores, y es que aquella tierra la conocía también, como si toda mi vida la hubiese desarrollado en ella. Y es que mi gran amiga, a pesar de la distancia, me dibujo y describió mil veces, como eran esos frondosos lugares, lleno de magia y bujería, de pasión y candor, de emociones y  locuras.

J- El viento atrapa los nudillos de mi vientre, tu mente vive en mi boca disuasiva, las pieles caen de los árboles envejecidos

A- Y allí, como en un sueño, empezaron a asomarse, detalles, objetos, músicas, palabras muy conocidas para mí. Pero de dónde salía, quién las depositaban y mi corazón se aceleró, intentando indagar todo lo que a cada paso me surgía. Estaba extasiado de tanta belleza, de tantas emociones, sentía que no podías estar muy lejos.

J- En hojas de otoño traigo envuelto aquel nido que sembramos cuando los momentos tenían oídos y las palabras mañanas de rocíos...

A- Apareciste detrás de unas rocas, con semblante sereno, con la sonrisa en la boca, con un traje blanco como la mañana, con un ramo de flores y con la felicidad que invadía tu cuerpo. Ambos, nos quedamos por unos momentos, extasiados, sin saber qué hacer, fueron instantes eternos, con la duda de saltar, gritar o correr.

J- Vuela una lágrima,  fértil, próspera, el nenúfar se recoge en la nostalgia de aquel beso que recibí detrás de aquel muerdago, ¿lo recuerdas?
Somos ahora fronteras que pintan trazos en las murallas del espacio invisible...

A- Cómo poder olvidarlo, si todavía su perfume invade mi cuerpo, mi mente y  mi alma. Cómo olvidar, si me limpiaste las heridas que los muerdagos me hicieron, con qué suavidad, limpiaste cada una de las gotas de mi sangre, con paciencia con amor y con palabras hermosas, sacada de los mejores libros de tu cabeza.

Por Jacqueline y Amador, Agosto 2006

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