viernes, 15 de abril de 2011

UN FANTASMA ENAMORADO

UN FANTASMA ENAMORADO





Erase una vez un fantasma enamorado, que a la luz de su magia revoloteaba. Quiso el destino que el amor a su alma llegara. Fueron días de fantasías y de magia, al comprobar la soledad de su dama. Sin verle, sin tocarle, ella presentía un hado de misterio que le encantaba, sus días se tornaron alegres y nació en ella la esperanza. Su vida se tornó de energía, de dinamismo y de ilusiones. Al tiempo, su realidad práctica, descubrió que ya estaba harta de soñar, que la vida hay que vivirla intensamente cada segundo y dejar atrás los mundos de la magia.
Pronto, el fantasma, comprobó su error, pues ella estaba enamorada. Y su luz se apagó, vagando por los rincones, buscando el calor que el aire se llevaba.
Viéndola bailar, con el corazón emocionada, suspiraba y lloraba, contemplándola tan hermosa y galana. Al mismo tiempo se alegraba de verla tan feliz, pues él no era futuro ni esperanza; y cambió su amor para servirla en su caminada.
Allí muy cerca de ella, su príncipe azul le esperaba, para llenarle de ilusiones, de realidades y de amor y ella explotó comprobando que sus dichas por fin se alcanzaban.
Adiós amores lejanos, adiós amores soñados, adiós amores imposibles, que ha llegado por fin la primavera a mi corazón. En su felicidad cantaba y gritaba, para que de su vida los viejos fantasmas se alejaran.
Mas el triste fantasma, pudo ocultarse entre las cortinas, siguiéndola por los pasillos y guardando su espalda. Pero el destino, a veces, es injusto y cruel. Ella se sentía observada, comprendiendo que un espíritu le acechaba y contrató a una hechicera para que lo alejara de sus presencias. Aquella daga negra, de la hechicera mágica, encontró donde el fantasma se alojaba. Y gritó en alta voz:
- “¿Quién se esconde detrás de las cortinas?, ¿qué es lo que busca?, ¿por qué de tú presencia en esta casa? ¡Le ruego que hables si no quieres probar las esencias de mi daga, que te enviará a los lugares más negros y dolorosos de los confines de la tierra! ¡No deje que utilice mis fuerzas, te contaré 3 y habla!
- Soy, soy, soy, el alma de un fantasma, que un día entré por la ventana y me enamoré de una dama. Desde ese momento, me enclaustré en esta casa, para llenarme de su amor, a pesar de lo imposible que de mí se enamorara. Nada malo hice, nada malo quiero para ella. Me limitó a descorrer las cortinas para que los rayos del sol y la luna doren su cara. Apartando los malos espíritus que le acechan para atacarla, dando mi alma para que nada le dañara. Me alimento de su perfume, de sus pasos suaves y de su mirada en el espejo cada mañana.
- ¡Pero qué estás diciendo, malvado espíritu infernal!, te doy una oportunidad para que abandones la casa.
- No podré hacerlo, aunque mi alma la condenaras, ya no puedo vivir sin su presencia, ¡déjame que la custodie!, seré su ángel de la guarda.
- ¡Maldito insolente fantasma!, una oportunidad te doy para que salgas por esa ventana y nunca más vuelva o sabrás de mi daga.
- ¡Qué me importa el dolor, qué me importa mi alma, si ya no podré vivir lejos de esta casa!
- Tú lo has querido, aquí está la prueba y la fuerza de mi venganza.
La hechicera, mojó su daba en un brebaje y se abalanzó sobre las cortinas. Un grito de dolor, retumbó en la estancia, unas gotas de sangre llenaron el cortinaje, que resbalaron hasta alcanzar el suelo. Un olor de azahar inundó la sala, un olor que para siempre impregnaría la casa. Un humo celeste y blanco, salió por la ventana y nunca más se supo del fantasma.

Derechos reservados: Manuel Núñez Amador

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